Villa Savoye: Estructuras funcionales

Publicado en: Noticias | 5 noviembre, 2020

Diseñada como una delicada caja flotante, que es a la vez una casa funcional y una escultura modernista, en la que la forma y la función se fusionan naturalmente.

La búsqueda de la luz

Otro de los elementos principales en el diseño y concepción de esta obra histórica, es el uso o la búsqueda de la luz. En un mundo que dependía cada vez más del papel, había una necesidad creciente de luz. Por ello la villa está rodeada por ventanas y su creador también incluyó diversos escritorios y mesas para que los hombres modernos pudieran trabajar aprovechando la luz natural.

Asimismo, el estilo purista, casi extremoso, es otro de los rasgos distintivos de la villa. Podría decirse que la Villa Savoye es una pieza arquitectónica atemporal, ya que la ausencia de ornamentación en ella hace que sea difícil tratar de adivinar cuándo fue construida o bajo qué estilo. Sin adornos no hay referencia y por tanto las tendencias o influencias regionales estéticas simplemente no existen. Además, Le Corbusier la pintó de blanco –a excepción de la planta baja, que se pintó de verde para que se confundiera con el follaje alrededor y diera la impresión de que la edificación flotaba en el aire– para hacerla más fría y acercarla así también un poco más a las máquinas.

Poner el jardín en la azotea o bajar los cuartos de servicio a la primera planta son sólo algunas de las innovaciones en la concepción de la Villa Savoye. El uso de una rampa para tener acceso a los diferentes niveles es también innovador. La rampa, en lugar de unas escaleras, no sólo conecta los diferentes niveles si no que está situada en el eje de la casa, lo que la convierte en su espina dorsal pues serpentea desde la entrada hasta el salón, un espacio interior formal que fluye a la perfección hacia la azotea exterior. La rampa constituye en sí misma y al mismo tiempo un paso dinámico y una expansión gradual del espacio medida que se avanza a través de ella.

En un mundo cada vez más dominado por los automóviles, la cochera también cuenta con un lugar asignado en esta villa. De hecho, el ingreso a la finca y luego a la villa está concebidos para que el usuario lo haga desde su automóvil. Los muros de la planta baja están redondeados para permitir el recorrido y el giro de un automóvil, tan ancho como sería en los 20, y así el usuario pudiera estacionar su auto bajo su casa y entrar por un acceso directo a la misma, o usar la rampa para llegar a un patio en el primer nivel y usar otro acceso para ingresar a la casa.

Coronando esta obra, portento de la eficiencia sistemática, el purismo y las líneas limpias, se encuentra el único rasgo que se contrapone a todos los demás. El techo, que cede gran parte de su área al jardín colgante, contiene murtos y una mampara de diseño abstracto, muy alejado de la simetría y geometría clásica que inspiraron en parte a su creador. Formas redondeadas y curvas culminan esta villa de forma caprichosa, muy lejos de la funcionalidad, aunque muy cerca de la satisfacción de las necesidades estéticas del usuario.

Monumento histórico

Cabe mencionar que incluso un edificio así, con tanta carga histórica y cultural, tuvo sus malos días. Para empezar, la familia que la encargó sólo vivió en ella once años, ya que una vez comenzada la Segunda Guerra Mundial tuvieron que abandonarla. De hecho, dicho conflicto la dañó seriamente y su deterioro continuó hasta bien entrados los años 50, cuando de plano llegó a tener el aspecto de un predio abandonado, con los muros despostillados y los cristales rotos. Incluso sobrevivió a más de una propuesta por demolerla.

Finalmente, el estado francés la adquirió en 1958, fue declarada monumento histórico francés en 1965 (con Le Corbusier aún vivo) y fue renovada por completo entre 1985 y 1997. Ahora, permanece abierta a los visitantes durante todo el año y está bajo el cuidado del Centro de Monumento Nacionales de Francia.

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