Procesos de manufactura de porcelanatos

Publicado en: Noticias | 10 enero, 2022

Una masa de porcelanato está compuesta por una mezcla finamente atomizada de arcillas y otros minerales como feldespatos o caolines.

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El proceso de producción no difiere demasiado del proceso de producción de la cerámica que ya hemos visto. La mezcla de componentes se realiza hasta que se alcanza un tamaño homogéneo de partículas de polvo, adecuado para el prensado. La cocción, a diferencia del cerámico, se realiza a una temperatura de mil doscientos grados centígrados en hornos de más de cien metros de largo; por lo que los procesos de fabricación, aún siendo bastante similares a los de los cerámicos, obligaron a instalar hornos más potentes, prensas distintas, y lo más importante, sistemas industriales de pulido.

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Por varios años el porcelanato no tuvo esmalte en su superficie y la placa salía de la prensa, ingresaba inmediatamente al horno.

Cuando las placas salían, había un proceso industrial que la cerámica no conocía: el rectificado. Las placas pasaban por una máquina que emparejaba los bordes y les daba un fino bisel, lo que permitió obtener placas dimensionalmente idénticas, lo que otorgaba la posibilidad de ser colocadas con o sin “junta a tope”. Pero el gran cambio, la principal innovación que causó sensación fue el pulido. Ningún material fabricado lograba el brillo y textura tersa que el porcelanato alcanzó.

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Los primeros productores italianos fueron muy inteligentes y mercadearon el producto haciendo hincapié en las cualidades distintivas y su cualidad de lujosa novedad.

En sus inicios, el material una vez fuera del horno; frío y rectificado, tenía dos opciones: o bien se daba el proceso por finalizado y la superficie quedaba opaca, o pasaba al momento estrella: el pulido. La terminación natural tuvo una buena aceptación, su acabado opaco atrajo a muchos consumidores pero el impacto estaba (y está) en la terminación pulida. Ese acabado se logra exclusivamente en fábrica, ya que una vez colocado no puede ser vuelto a pulir. La masa cocida es tan dura que no hay todavía un método que permita un pulido en obra.

En esta etapa inicial, las placas tenían básicamente dos modelos característicos. Uno, el “sal y pimienta”, denominado así por esa imagen granulada, en colores gris, verde, rojo, marrón o azul. La otra era de colores homogéneos propios de la mezcla en beige o grises muy suaves. Algunos tenían un veteado tímido, que se hace por medio de inyección de tinta en la masa del material. La mezcla del porcelanato pulido es completamente homogénea en todo su volumen, cuando uno da vuelta, la placa se encuentra con una imagen del mismo color ya que es una misma pasta que se comprime al extremo de hacerla casi compacta.

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