Palacio de los Deportes: Mejora acústica
La inauguración de este inmueble ocurrió en 1968, con una presentación del Ballet del Siglo XX de Maurice Béjart.
Desde un inicio, el Palacio de los Deportes se planteó como una sede para albergar diversas actividades, y no sólo deportivas. De cualquier modo, lo más representativo de este lugar son los partidos de basquetbol. Incluso, durante los Juegos Olímpicos, se realizaron en su interior los partidos de baloncesto varonil únicamente.
Desde entonces la mística del Palacio ha sido la de alojar este deporte veloz y vistoso, aunque siempre se ha procurado una inclusión de diferentes eventos musicales y culturales. Conciertos, actividades culturales y hasta expos de muy diversa índole se han realizado por igual en el Palacio de los Deportes. Esa última palabra parece hoy tan prescindible como el Juan Escutia que yacía en su nombre oficial (Palacio de los Deportes Juan Escutia), pues la convocatoria del recinto se extiende de manera indiscriminada.
Sin embargo, precisamente esa variedad de actividades y eventos volvieron notorio un defecto particular: la acústica interior. La estructura llamativa de la cúpula geodésica provocó un efecto no deseado en el recinto, al generar un eco evidente que hizo al Palacio merecedor de un sobrenombre peyorativo: el Palacio de los rebotes. Por esta razón, el inmueble se cedió a la iniciativa privada, y fue la empresa OCESA la que se encargó de remodelar su interior para eliminar ese peculiar efecto.
Se puede decir que, a partir de 1990, fecha en que OCESA quedó a cargo de su operación y rehabilitación, el Palacio de los Deportes ha cobrado nueva vida. En los años previos, su aforo de 21 mil personas se reunía en eventos que iban desde corridas de toros hasta partidos de tenis. Sin embargo, hoy se puede decir que el inmueble es un hito de la arquitectura capitalina. Su simbólica cúpula está acompañada por un sinfín de actividades que, muy a menudo, le renuevan la vitalidad a este Domo de Cobre.
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