Museo de Guggenheim: perspectivas mejoradas

Publicado en: Noticias | 29 septiembre, 2021

“No hay nada tan poco común, como el sentido común”.

Cuando le preguntaron acerca de su preferencia por una rampa en lugar de escaleras para acceder a cada planta, Wright contestó que para quien visita el museo es mejor entrar, subir en el ascensor hasta el nivel superior de la rampa y descender poco a poco; teniendo así siempre la opción de subir o bajar en el ascensor hasta cualquier nivel que desee volver a visitar. El final de la exposición se encuentra en el nivel más bajo, muy cerca de la salida. Wright explicaba que, en la mayoría de los museos, el público tenía que atravesar largas galerías de exposición y se veía forzado a volver a recorrerlas otra vez al final de su visita, con el solo fin de dirigirse a la salida del museo, con el solo fin de dirigirse a la salida del museo.

Otro obstáculo o crítica al que tuvo que enfrentarse Wright, fue un pliego petitorio firmado por varios artistas de vanguardia, quienes se oponían al museo principalmente porque sus muros presentan cierta inclinación, además de su forma redonda, que dificulta exhibir los cuadros adecuadamente. Sin embargo, Wright –y también Guggenheim– aseguraban que las pinturas colocadas en una pared ligeramente inclinada, pueden apreciarse con una mejor perspectiva e iluminarse mejor. No faltó quien incluso arguyera que dicha inclinación en los cuadros, es la misma que tienen cuando son pintados, por sus creadores, en un caballete. Lo que sí es un hecho, es que la disposición semiabierta de las salas de exhibición hace posible, desde cualquier punto del pasillo ascendente central, una vista panorámica del edificio en su totalidad, de buena parte de las exposiciones y del mini estanque que hay en la planta baja

Motivos orgánicos

El diseño en espiral se asemeja también a la concha de un nautilo, con espacios que fluyen libremente entre sí. Bajo la perspectiva de que el edificio –con sus formas orgánicas y geometría simple– imita a la naturaleza, también es posible afirmar que es una declaración de principios por parte de Wright ante la rígida geometría de la arquitectura de su época, sobre todo en Nueva York.

Wright designó un significado simbólico a cada forma de su edificio. Pensaba que “las formas geométricas sugieren ciertas ideas humanas, estados de ánimo y sentimientos”. Él relacionaba al círculo con el infinito, al triángulo con la unidad estructural, a la espiral con el proceso orgánico y al cuadrado con la integridad. Dichas formas se relacionan entre sí en su edificio, en un juego geométrico sutilmente plasmado en columnas, barandales e incluso en el diseño de los pisos, en los que la circularidad o la redondez de las cosas, es un leitmotiv.

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