La cueva, bello refugio

Publicado en: Proyectos | 28 mayo, 2018

En opinión de Abraham Cota: “la mejor forma de conocer a un arquitecto es conocer sus proyectos, ellos hablan por nosotros, nos desenmascaran, son un espejo de lo que somos cuando la obra es honesta”.

Egresado de la Universidad de Guadalajara, donde estudió arte, arquitectura y diseño; Abraham Cota Paredes también tomó una maestría en la Universidad de Navarra, España. Él se considera un ferviente creyente de la importancia de seguir estudiando siempre, sobre todo en un campo tan competitivo como lo es la arquitectura. “No se debe detener el aprendizaje de una carrera que implementa conocimientos cada vez más globales. La arquitectura es arte y técnica, pero, para producir arte; que es algo más contundente, necesitas alimentarte de otras cosas: las maestrías, los viajes, los libros, las películas; todo esto hace crecer tu acervo cultural mental, tu mente se llena de recursos y lo que produzcas, va a ser mucho más rico”, nos comparte en una amable entrevista telefónica que le hacemos para conocer del proyecto ubicado en Zapopan, Jalisco, México, denominado “La Cueva”.

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“Esas grietas angostas evidencian una característica del hombre, el pequeño anhelo por ser conocidos y amados”

“Hay algo detrás de La Cueva que habla de lo que soy, esa forma de un cubo cerrado que busca ocultarse del mundo, pero, mostrando aberturas, exhibe la contradicción: quizás no quiero permanecer apartado del mundo. Esas grietas angostas evidencian una característica del hombre, el pequeño anhelo por ser conocidos y amados”

Arquitecto, ¿cómo surge este proyecto?
El proyecto nace de escuchar las necesidades del cliente. Dentro del listado de requerimientos, un espacio nos pareció fundamental: un salón de usos múltiples donde los clientes pasarían mucho tiempo de calidad como familia. Lo querían ubicar en un sótano, por lo que surge la idea de introducir un patio a doble altura que le brindase iluminación y ventilación natural. Esto nos dio la excusa perfecta para plantar un árbol que le otorgará el carácter de patio al espacio.

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Conociendo el proyecto
En planta baja, la copa del árbol sube, llenando el vacío generado por la doble altura, extendiendo sus ramas hacia los espacios que lo rodean. Este vacío funciona como un articulador, provocando una relación espacial de manera indirecta entre los ingresos de ambos niveles con la sala – comedor, los espacios se pueden ver pero no se tocan. Cuando se ingresa a la casa, ya sea por el sótano o por la planta baja, el árbol te recibe, como un anfitrión que abre sus brazos dándote la bienvenida.

Orientado hacia la parte posterior del terreno, se ubica la sala-comedor en un espacio a doble altura que se comunica con el vacío del patio del sótano, generando una triple altura seccionada, que provoca asombro en el espectador cuando es descubierta. Orientado hacia el sur, un gran ventanal baña de luz el espacio de las dobles alturas concatenadas. En el segundo nivel se encuentran las habitaciones de los hijos, una escalera con un pasamanos macizo le da un carácter escultórico al espacio; que a su vez, descubrimos que contiene otra doble altura que relaciona el último nivel de la casa, donde se encuentra la habitación principal iluminada a través de un patio. Un ventanal que capta la luz del Este, da escape al aire caliente de la casa. La forma exterior: un cubo que sienta sobre un basamento de piedra, busca ser lo más cerrado posible pero abriendo las ranuras necesarias para provocar en el espectador, un interés por conocer qué pasa dentro.

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Creativamente hablando, ¿cómo surgen las ideas y los proyectos?
Es algo que se va construyendo, La Cueva no existiría si no hubiera otras casas antes. No hubiera existido nunca si no me voy a España. Uno debe tener una búsqueda, debes procurar tener claro qué tipo de arte quieres generar, qué tipo de arquitectura quieres proponer; a mí me gusta la intimidad, entonces, mi arquitectura se centra fundamentalmente en eso. Cuando me voy a la maestría aprendí de las secciones de Campos Baeza, entonces a mi concepto de intimidad le agrego sus conceptos; también aprendí de Sou Fujimoto que tiene un texto llamado “Futuro Primitivo”, donde explica que la arquitectura puede ser como cueva o como nido. La cueva es un refugio que ya existe, que puede cambiar de usuario, a la cueva la habita el lobo, el tarahumara o el oso. El nido no, el nido lo hace el animal, llega el pájaro y lo construye a la medida que él necesita, gracias a esos conocimientos le fui dando forma a este proyecto.

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¿Qué nos puedes compartir de los acabados que aplicaste en La Cueva?
Va muy de la mano con el mismo concepto, para que la obra sea más honesta tienes que trabajarla en todos los aspectos. ¿Cuántos materiales hay en una cueva? Sólo uno: la piedra, quizá haya también un poquito de tierra. Yo quería hacer una cueva pero llena de luz, la idea era que el mismo material del piso se sintiera que sube por los muros y se volviera techo; imaginaba las grutas de los cenotes mayas; todo es el mismo material que te va llevando, la caverna sube y ves una entrada de luz en lo más alto, pero tú no ves el cielo, sólo el haz.

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Dime Abraham, en tu opinión, ¿qué tanto ha cambiado la práctica de la arquitectura en el mundo?

Ha cambiado mucho en los últimos treinta años, pero lo más interesante es cómo va a cambiar, soy una persona que piensa en el futuro. Siempre imagino, y trato de visualizar cómo van a ser los años 20. Pienso que esa década será muy interesante, porque si analizamos cómo fueron los 20 en el siglo pasado, fue la época dorada de Paris, de los pintores, los Picassos, de Coco Chanel y la nueva moda.

Te invitamos a disfrutar la nota completa en nuestra edición de junio.

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