Contra temblores y vientos: El Palacio de los Deportes

Las huelgas y movimientos sociales hacían cimbrar la realidad del México de 1968. Ese contexto de protesta e incertidumbre política convirtió al entonces presidente, Gustavo Díaz Ordaz, en una de las figuras más polémicas de la historia de México.

Fue precisamente durante su mandato que se inauguró el Palacio de los Deportes, y su compleja arquitectura también parece ser un reflejo de lo intricado del panorama social de aquella época. Por otro lado, hablando de temblores literales, una de las preocupaciones esenciales para la construcción del Palacio de los Deportes fue su resistencia contra los sismos, característicos de toda la zona metropolitana y, en especial, de la Ciudad de México.

Con ese fin, los arquitectos, encabezados por Félix Candela, realizaron diferentes pruebas en cuanto a materiales y estructuras, con el fin de planear una obra que permaneciera en pie, incluso ante los más fuertes sismos. Sin llegar a comprobarlo nunca, los arquitectos lograron forjar una obra sólida y resistente como para resistir dos de los terremotos más impactantes en la historia de la ciudad: 1985 y 2017.

Los arquitectos también investigaron otro factor: el viento. Les preocupaban los efectos que pudiera tener en la estructura, y la fuerza con la que en ocasiones se deja sentir el viento en la zona. Sin embargo, más allá de la resistencia, buscaban construir una obra que armonizara con el entorno, sin dejar de destacar, y no sufriera deterioro por las distintas condiciones del espacio.

Sólo después de que el equipo de arquitectos hubo contemplado todas estas variables decidieron emprender el inicio del proyecto en el año de 1966 para dar fin a su obra en 1968, poco antes de que se inauguraran las Olimpiadas en la Ciudad de México. No obstante, no fueron las turbulencias del clima lo que cimbró el contexto de esta obra, sino más bien el panorama social de un país en crisis.

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