Confort vs. eficiencia térmica

Publicado en: Noticias | 3 septiembre, 2021

Un aislamiento insuficiente genera varios inconvenientes que aportan a la incomodidad de habitar en un recinto de muy bajas o altas temperaturas. 

Para lograr mantener la temperatura interior constante, es recomendable disponer de una envolvente con gran masa térmica situada dentro del aislamiento para conseguir almacenar la energía. De este modo, el calor se acumula durante los días más calurosos y es cedido al ambiente cuando se enfrían los cerramientos, durante las noches  o incluso los días con menos radiación solar, en los que la variación de temperatura es más baja, a penas de 2ºC después de varios días sin radiación solar directa.

Habitualmente un muro mal aislado, expuesto a bajas temperaturas, tiene un alto riesgo de recibir humedad de condensación superficial interior bajo determinadas condiciones de servicio que están marcadas, entre otros aspectos, por la temperatura interior de los recintos, el tipo de calefacción y combustible empleado en temperar la vivienda, la cantidad y la actividad de los moradores, la existencia de plantas, animales domésticos, etc. y hasta los hábitos de lavado, planchado, cocina, además de los elementos de ventilación.

Otro fenómeno menos notorio y visible, cuyas causas son similares, pero con efectos más complejos, es el de la condensación intersticial, que se produce en el interior de muros y tabiques. Una de las consecuencias inmediatas de la condensación intersticial es que afecta la capacidad de aislación térmica de los muros que, en presencia de humedad, aumentan en forma significativa la transmisión , iniciándose una especie de círculo vicioso en el que, a mayor condensación, menor aislación y consecuentemente mayor uso de calefacción interior, lo que aumenta la humedad relativa y produce aún más condensación y así sucesivamente.

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