Casa Luis Barragán, vernácula y moderna

Publicado en: | 15 julio, 2019

Luis Barragán Morfín, influyente ingeniero y arquitecto mexicano, construyó en 1948 una magnífica obra arquitectónica que fungió a la vez como su residencia y su taller durante 40 años. 

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La Casa Luis Barragán se encuentra en la pequeña calle Francisco Ramírez, al poniente de la Ciudad de México. El contexto urbano en el que se inscribe resulta, sin lugar a dudas, popular. Cuenta con 1,162 m2, distribuidos entre áreas verdes y construcción. Es, en gran medida, un reflejo del estilo arquitectónico de Luis Barragán. Cuenta con dos plantas, cada una de ellas diseñada con un toque que personaliza cada sección. La obra se expresa en conjunto, y como tal, busca provocar emociones al transitar en ella.

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Modesta armonía
La casa-estudio nunca pretende desentonar en lo absoluto con su entorno. A pesar de tratarse de una obra imponente, su fachada de gran tamaño armoniza con las modestas edificaciones que la rodean. Ésta, goza de un aspecto áspero, ya que muestra al natural el aplanado de concreto. La intención de estos detalles es el anonimato y la humildad; se busca, precisamente, que la casa armonice con los inmuebles aledaños. El estilo vernáculo, es decir, tradicional y autóctono, se refleja desde el primer momento en que se vislumbra esta emblemática construcción.

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De la sobria fachada, se distingue notablemente la pintura de las puertas que conducen al interior. La puerta de madera del número 12, que nos dirige al que fuera el taller del arquitecto, aporta un toque rústico a la construcción. Por otro lado, el amarillo de la puerta número 14, anuncia la variedad de colores y tonalidades que se revelan en el interior de la residencia de Luis Barragán.

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La planta baja
El acceso a la casa provoca un contraste de sensaciones: Iluminada a través de un vidrio amarillo, la portería modifica esa sobria sensación de la fachada. Una reducida escalera y su entorno funcionan como un filtro. Esta zona de espera es una especie de preparación, tanto a nivel visual como sensorial. La piedra volcánica, la madera y los muros encalados se combinan para generar múltiples sensaciones.

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La biblioteca se conecta con la estancia, aprovechando las mismas percepciones de luz, pero añadiendo el factor de la doble-altura. La ventana de la biblioteca es la que se vislumbra desde la fachada principal; sin embargo, la perspectiva desde el interior ya ha conllevado un proceso sensitivo, que se distancia del primer impacto en la calle Francisco Ramírez.

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El principal distintivo de la biblioteca es la escalera voladiza; los trece escalones se acoplan bien a la blancura del muro, la cual, vista de perfil, acrecienta la sensación volátil de la escalera. Al llegar al taller, el recorrido ha atravesado el interior de la casa, de una a otra entrada. La chimenea, el techo inclinado de madera y otra de las ventanas que comunican a la fachada principal, todos son factores peculiares que producen un juego volumétrico en este espacio.

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Segunda planta
La segunda planta es un reflejo de la devoción franciscana de Luis Barragán. De hecho, la espiritualidad es un factor importante en toda la casa, pero cobra mayor nitidez en el segundo nivel. La recámara de huéspedes y las demás habitaciones están construidas con sencillez y economía de recursos en los ornamentos. Las texturas de los tapetes también muestran cierta candidez, ya que no son demasiado elaboradas en su decoración ni en sus materiales. Acaso el punto más llamativo de esta planta es el vestidor o el cuarto de Cristo.

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Sus paredes blancas contribuyen a un efecto de espacio libre en esta habitación de poco tamaño. Los muebles de madera de poca altura también influyen en este efecto. Además, la iluminación usa los volúmenes y distintas figuras geométricas para beneficiar la nitidez del espacio. El Cristo crucificado en el centro del vestidor, es el reflejo de la devoción que mencionábamos; sin embargo, más allá de la ideología, resalta por su minimalismo: el Cristo no está clavado en la cruz, sino que se prescinde de este elemento, en beneficio de la pulcritud de los muros.

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La obra arquitectónica de Luis Barragán tiene la característica de concebirse como unidad.

Final inquietante
La Casa Luis Barragán culmina su recorrido en las alturas. La terraza, construida sobre el nivel de azotea, concluye con sus muros elevados, su impacto cromático y sus paramentos desnudos. En consecuencia, la terraza funciona como un remate de todos los conceptos en el interior de la casa.

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Algunas personas describen la terraza como un lugar inquietante, puesto que puede funcionar como mirador, observatorio o simplemente un patio. Lo cierto es que el impacto de este último espacio es evocador. La combinación de colores recuerda la experiencia de la entrada a la casa. No obstante, ahora es un ejercicio diferente: los colores ya no impactan como tales, sino por su combinación de colores cálidos y blancos.

Te invitamos a disfrutar el articulo completo en nuestra edición de julio.

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