Casa Bautista: portal de tres niveles

Publicado en: Noticias | 23 septiembre, 2021

Situado en la Biosfera de Sian Ka’an o “Portal de la luz” (según la traducción del maya), un lugar declarado patrimonio de la humanidad por al Unesco, el proyecto debía desde un inicio impactar lo menos posible a su entorno.

Por ello, el proyecto incluye diversas vistas por encima de la duna contigua que separa el terreno del mar y se organiza en tres niveles. A estos niveles los conecta una escalera externa en espiral y que es uno de los rasgos más impactantes del proyecto. El primer nivel lo constituye la planta baja auxiliar de la casa, en el nivel intermedio se encuentran todos los espacios interiores y, al final, una gran azotea con alberca y un comedor al aire libre que ofrece una generosa vista del Caribe, la selva y una laguna.

Muy cerca de la habitación principal, se halla una pequeña torre, elemento formal que funge como espacio flexible que pude ser de trabajo o simplemente contemplativo. La planta intermedia fue diseñada en forma de L, para que pudiera extenderse más allá de su desplante a través de grandes terrazas y pérgolas hechas con madera local. De esta forma, los espacios interiores pueden ampliarse, además de quedar protegidos del sol y generar la ventilación cruzada que se requiere para refrescar edificios situados en estas regiones tan calurosas. Las terrazas, además, cuentan con un mecanismo plegable que protege el proyecto en caso de huracanes. Al subir y bajar los elementos pesados contra la fachada, la residencia abierta y transparente se transforma en una robusta caja cerrada.

La orientación bajo la que se construyó genera una serie inaudita de tonos en la luz, que reflejan el azul del mar hasta el rosa del atardecer.

Wonne Ickx es un belga que en algún momento tuvo que acudir a su madre para hacerle una confesión que no sabía si entendería. Como cuando alguien sale del closet ante sus padres, tuvo que armarse de valor para compartirles algo que también lo había tomado por sorpresa a él mismo. Después de algunos años de estudios de campo y sobre la historia de la arquitectura en Guadalajara, Wonne descubrió súbitamente que él era mexicano. Como tantos otros extranjeros que llegan a nuestro país para quedarse, él es un mexicano por convicción, pero, sobre todo, por elección propia. En algún momento de su aventura mexicana, Wonne conoció a Carlos, quien lo invitó a aquella pequeña oficina, una especie de hideout arquitectónico, que pronto tuvo que inventarse el nombre que ahora todos conocemos.

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