Campo Baeza, el arquitecto y su circunstancia

Arquitectura radical

Son muchos los arquitectos que en México y el mundo han desarrollado proyectos que conquistan, no solamente por su alto nivel de propuesta en la belleza y distribución espacial, sino también por su vanguardia en el uso de materiales y formas. Esta vez pudimos conversar con Alberto Campo Baeza, arquitecto español, catedrático de Proyectos en la Escuela de Arquitectura de Madrid desde hace 35 años, habiendo impartido clases también en las más importantes universidades de Estados Unidos (Kansas, Washington, Filadelfia y Pennsylvania) y Europa (Viena, Bélgica y Zúrich); conferencista, escritor y visionario.

Alberto Campo Baeza es un hombre sencillo que intenta ser honesto y coherente, lógico y racional. No usa teléfono móvil, ni tele, ni coche, ni reloj y vive plenamente feliz, es una persona de gustos simples. En su obra trata de hacer una arquitectura radical que, partiendo de la razón, se formalice dentro de la belleza. Procura cumplir con los preceptos Vitruvianos de la Arquitectura (Utilitas, Firmitas y Venustas). Entiendo que la razón es el primer instrumento para un arquitecto, mientras que la luz es su principal recurso material. Ésta es la dimensión del arquitecto… y su circunstancia.

En tu opinión y perspectiva, ¿cómo ha sido el diálogo de la arquitectura con la historia de la sociedad en los últimos doscientos años?
Quizás la relación no ha sido la más adecuada. Nuestra sociedad sigue padeciendo una ignorancia supina respecto a la arquitectura contemporánea. Así como las personas cultas saben de literatura, de pintura, de música y de cine, no saben nada de arquitectura. Es labor nuestra, de los arquitectos, hacer que esto cambie y formar a esta sociedad en el conocimiento de la arquitectura contemporánea, sus virtudes y matices.

El arquitecto estudia, analiza, se inspira, propone. ¿La sociedad qué debería hacer para comprender y aprovechar mejor la arquitectura?
Debería escuchar y confiar en los arquitectos, como se confía en los médicos. Nuestra sociedad tendría que cambiar sus referencias y no encargar edificios a los arquitectos frívolos de los considerados como parte del “Star System” que arruinan a la sociedad levantando monstruos, y para quienes la naturaleza de la arquitectura como arte, no está bien comprendida ni interpretada.

Si pensamos en una filosofía del diseño, la arquitectura y la arquitectura interior, nuestro entrevistado aboga por una mayor sobriedad: “Se vive mejor, más libre, en una arquitectura sobria y sencilla. Lo que T. S. Eliot llama `renuncia´ es una buena receta para vivir muchísimo mejor. No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita, decía y con razón, San Agustín. Esto es un principio fundamental para la arquitectura y para la vida que nos enseña que, como siempre, lo más simple es lo más hermoso y sin duda lo más funcional”.

¿Cómo describes el momento actual de la cultura de la construcción, la arquitectura y la arquitectura interior? ¿Qué tendencias, estilos y formas se están revelando?
El momento actual es consecuencia de la profunda ignorancia de la que he hablado antes. Paso temporadas en Nueva York y me sorprende la cantidad de nuevos rascacielos levantados sin ningún criterio. Las ciudades, y las portadas de las revistas, se llenan de adefesios donde todo está torcido, curvado y coloreado; agitado y crispado. Y esta sociedad se arrodilla ante estos edificios sin sentido con devoción religiosa. Me sigue siendo difícil entender esta falta de sentido común en la apreciación estética del trabajo arquitectónico. Si un pintor hace una mamarrachada, no pasa nada, no tiene mayor trascendencia. Pero si la mamarrachada la levanta un arquitecto, la consecuencia es un derroche económico innecesario para lograr un resultado que no resiste al más mínimo análisis serio.

Entre las obras más reconocidas de Campo Baeza a nivel mundial se encuentran la Casa Turégano o De Blas, ambas en Madrid; las casas Gaspar, Asencio y Guerrero en Cádiz; la Caja de Granada y el Museo MA, los dos en Granada; la plaza Entre Catedrales en Cádiz y las casas Moliner en Zaragoza y Rufo en Toledo; Casa Olnick Spanu en Nueva York y la Guardería para Benetton en Venecia. La Casa del Infinito en Cádiz, Casa Cala en Madrid, así como el Centro de Conservación para el Museo del Louvre en Lievin, Francia y el Polideportivo de la Universidad Francisco de Vitoria, son también obras que le han valido premios y reconocimientos internacionales.

Nos dice el arquitecto Campo Baeza: “Últimamente recomiendo leer y reflexionar sobre la sabiduría, esa que se consigue luego de una búsqueda implacable de información y conocimiento. A mis alumnos los animo a intentar ser sabios, a conseguir el disfrute intelectual que hace que la vida merezca la pena. Lo resume muy bien Baltasar Gracián en su Oráculo Manual y Arte de Prudencia:

“Nace bárbaro el hombre, redímese de bestia cultivándose, hace personas la cultura y más cuanto mayor. En fe de ella pudo Grecia llamar bárbaro a todo el restante universo. Es muy tosca la ignorancia. No hay cosa que más cultive que el saber.”

Te invitamos a disfrutar la entrevista completa en nuestra edición de junio.