Biósfera de Montreal, un oasis de coincidencia

Publicado en: Noticias | 12 abril, 2022

Antes de convertirse en museo, la Biósfera de Montreal fue el pabellón de Estados Unidos durante la famosa exposición universal realizada en Montreal en 1967, conocida como Expo 67.

Aunque la Feria Internacional de Montreal de 1967 -que conmemoraba el cien aniversario de la Confederación Canadiense- contó con 60 países participantes, la estructura construida por Fuller fue la única que permaneció tras celebrarse el evento. En julio de 1967, el entonces presidente estadounidense, Lyndon Johnson, donó el pabellón a la ciudad de Montreal. Desde entonces, se ha convertido en un símbolo de la ciudad, no por nada se contabilizaron más de 5 millones de visitantes en los primeros 6 meses de su apertura.

La Biosfera de Montreal es un domo geodésico que alberga al único museo en America del Norte dedicado al medio ambiente.

Un año después de la Feria Internacional, el lugar fue rebautizado como la Biósfera de Montreal. Desde entonces y hasta 1976, el lugar fue utilizado para actividades recreativas con atracciones públicas que constituían un verdadero oasis de plantas y aves. Así, desde un inicio, el domo se convirtió en un lugar adecuado desde el cual se promovía la protección del medio ambiente. A final de cuentas, una de las metas de Fuller era mejorar nuestras viviendas haciéndolas más eficientes con estos domos que brindan más espacio sin usar columnas o cualquier otra estructura de soporte, lo que disminuye el uso de materiales y abarata el costo. También, son espacios más eficientes en términos de energía pues el aire frío o caliente puede circular de forma libre a lo largo de toda la estructura.

En 1976, mientras la estructura pasaba por una serie de reparaciones, se produjo un incendio. Provocado por el trabajo de soldadura que se hacía en la cubierta acrílica del domo, el fuego consumió todo el acrílico exterior de la estructura en menos de treinta minutos. Poco tiempo después, el ayuntamiento de la ciudad de Montreal prohibió el acceso al sitio y durante años permaneció sin ser utilizado. El domo, alguna vez símbolo del progreso y el avance tecnológico, era un mero testigo de mejores tiempos.

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