Arquitectas contemporáneas: Camino por la equidad

Publicado en: Noticias | 5 noviembre, 2020

En un entorno tradicionalmente liderado por hombres, las mujeres arquitectas de hoy en día han ganado espacios importantes y se han hecho merecedoras de reconocimientos que certifican su labor

Aunque es posible afirmar que el papel de la mujer en la arquitectura está documentado y comprobado desde hace varios siglos, la realidad es que históricamente su presencia en dicho campo ha sido mucho menor que la de los hombres. Hay hechos y datos que muestran ambos extremos de este tema. Por un lado, tenemos datos como el que para finales del siglo XIX, comenzando en Finlandia, algunos colegios de arquitectura que ya estarían admitiendo mujeres estudiantes; por el otro, no podemos pasar por alto hechos tan vergonzosos como el que tuvo que pasar casi un siglo para que, en 1980, Rosaria Piomelli se convirtiera en la primera mujer en dar clase en una escuela de arquitectura, la Escuela de Arquitectura del City College of New York.

Rosaria Piomelli

Actualmente las cosas no son tan distintas.

A pesar de que en muchas universidades en el mundo la mayor parte del estudiantado en la carrera de arquitectura está conformado por mujeres, en el plano laboral la proporción de arquitectos y arquitectas sigue inclinándose del lado masculino. Para confirmar este desbalance de género en el plano laboral, basta revisar el directorio de cualquier estudio de arquitectura en el mundo. Por ejemplo, BIG —la firma danesa comisionada con algunos de los proyectos arquitectónicos de más alto perfil—, sólo incluye dos mujeres en lo más alto de su organigrama; la mayoría de los asociados con niveles directivos que se muestran en su sitio web, son hombres.

En un estudio realizado por el New York Times en 2018, se descubrió que las mujeres constituían la mitad de los estudiantes graduados en los programas de arquitectura impartidos en colegios o universidades de EU.

Sin embargo, al revisar su presencia en los despachos de arquitectura se podía observar que el 20 por ciento de sus miembros eran mujeres y sólo el 17 por ciento figuraba entre los socios o directores. Si bien no existe sólo una razón en particular para explicar este fenómeno, hay según Ila Beman —catedrática en la escuela de Arquitectura de la Universidad de Virginia—, una forma de revertirlo: “es necesario un cambio en esta cultura y sólo cambiará a través de la representación, cuando el 50 por ciento, o más, seamos mujeres”.

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