Ariel rojo, el por qué del diseño

Su pasión por el diseño y su disposición a trabajar en quipos multidisciplinarios le han abierto las puertas para participar en una gran variedad de proyectos. Su primer oficio fue la electrónica, trabajó desde muy joven en la empresa de su familia.

Ariel Rojo estudió Diseño Industrial en la UNAM para combinar sus dos grandes pasiones: arte e ingeniería, pero descubre que la arquitectura también le ofrece un enorme mundo de posibilidades. Ha tenido la oportunidad de involucrarse en importantes proyectos como el concurso para la remodelación del Zócalo de la Ciudad de México, en el que su equipo obtiene el primer lugar.

En el 2006 funda Ariel Rojo Design Studio, firma especializada en el desarrollo de conceptos y productos en la Ciudad de México. En el año 2002 conceptualiza MX Reload, una propuesta que invita a reflexionar sobre la identidad, mediante la reinterpretación de la cultura como ingrediente de diseño, además de promover una conciencia ecológica.

“Compartir, pensar, disfrutar”

En una interesante charla con Ariel Rojo, tuvimos oportunidad de conocer más detalles de su trabajo además de conocer su opinión acerca del diseño mexicano, la importancia de las colaboraciones y los riesgos de sobrexponerse en Instagram. Al entrar a la página web de la empresa que Ariel Rojo encabeza actualmente, uno se encuentra con frases sueltas y palabras que llaman la atención del visitante al mismo tiempo que sintetizan parte de la filosofía detrás de su trabajo. “Compartir, pensar, disfrutar” es quizás una de las que más destacan.

“Sinceramente, las cosas que me inspiran para diseñar no son las cosas que ves en la mayoría de las publicaciones, porque detrás de todo eso hay un trabajo demasiado elaborado y planeado. Con esto no quiero menospreciar el trabajo de nadie. Creo que yo me inspiro más bien en el ‘por qué’ de hacer las cosas. Me gusta ir un poco más allá del planteamiento de forma y función, que tuvo su razón de ser en una época limitada. Durante la Postguerra había diez diámetros de tubo y tres tonos de pintura, pero ahora vivimos otra realidad, existen muchas opciones en cuanto a capacidad.

“No tiene caso que yo haga una silla muy bonita si no le va a ser útil a alguien”

Beneficios diseñados
“Pero –más allá de todo esto, que es un planteamiento muy occidental– si nos vamos hacia atrás en el tiempo, nuestros pueblos prehispánicos no se preocupaban por la forma o la función de la pirámide, se preocupaban por la vida y la muerte, se preocupaban por el sol, por la luna. Creo que andaban en un plano de conciencia mayor y me parece que eso es lo que nuestra civilización requiere: un plano de conciencia mayor. No tiene caso que yo haga una silla muy bonita si no le va a ser útil a alguien, si esa persona no va a poder estar sentada en la playa contemplando el paisaje, descansando y compartiendo. Mi mayor inspiración es que los productos que hago puedan llegar a tocar a la gente, a servirle. A veces parece frívolo o superficial, pero es muy profundo”.

“El ser humano se acostumbra a lo bueno, pero también a lo malo. Debemos trabajar para que nuestras sociedades conozcan otras opciones”.

Al llegar a este punto, Ariel admite que toda esta polémica en torno a la utilidad y la razón de ser del diseño es definitivamente un tema de educación y entendimiento. Pero también de cambiar patrones de conducta y animarse a probar nuevos: “Así como hace muchos años se bancarizaron algunos países -porque comprobaron los beneficios de andar por la calle con una tarjetita en lugar de llevar kilos de efectivo en los bolsillostambién habría que entender que el uso del diseño beneficia a todos. El ser humano se acostumbra a lo bueno, pero también a lo malo. Debemos trabajar para que nuestras sociedades conozcan otras opciones”.

“Es decir, si tú vas por una calle con las banquetas mal hechas y siempre has vivido en un lugar con las banquetas en pésimo estado, piensas que eso es lo normal, aunque no lo sea, o no tenga por qué ser así. Es un tema de educación, de perspectiva y de entendimiento. Cuando permitas que el diseño transforme tu entorno hacia una mejor calidad de vida, entonces entenderás el valor del diseño como tal. Eso también puede traducirse en políticas públicas. Estoy convencido de que los gobiernos tienen que tomar conciencia de la relevancia del diseño para cualquier transformación cultural, social y económica de un país”.

Siempre se aprende
Convencido del poder que tienen las transformaciones personales y la educación continua, Ariel también afirma que la formación es hasta el día de ayer: “A los 23 años uno sale con lo básico de la universidad y cuando cumple 40 se da cuenta que el aprendizaje es algo de todos los días”.

Su primer oficio fue la electrónica. Trabajó desde muy joven en la empresa de su familia. De los 17 a los 23 años, fabricó y diseñó circuitos electrónicos para plataformas petroleras, partes automotrices y equipo electro-médico. El trabajo que hacía de niño incluye también alarmas sísmicas satelitales. “Era bastante nerd” recuerda ahora.

Ya más grande, decidió estudiar diseño industrial, aunque para eso tuvo que pasar por la carrera de arquitectura. La cursó durante dos años en la UNAM y después se cambió a diseño. Ahí continuó el resto de su carrera hasta la tesis. Siendo todavía estudiante, concursó junto con un grupo de compañeros encabezados por Ernesto Betancourt, con el proyecto ganador para remodelar el Zócalo de nuestra ciudad, en 1998. También participó junto con el estudio TEAM, en el proyecto llamado Plan Maestro, creado para la remodelación de La Merced. Su convicción de que el conocimiento se halla en todas partes lo ha llevado a tomar diversos cursos de escultura en roca, en Italia. Ese es el tipo de cosas que lo hace afirmar que “uno nunca deja de aprender”.

Pensando en orden
Con una experiencia tan amplia en obra diseñada para nuestra ciudad, le pedimos que nos dé su opinión acerca del momento que vive el diseño industrial en México y qué es lo que tiene para aportarle a nuestra sociedad: “Habrá que empezar por recordar que en nuestro territorio siempre ha existido el diseño, desde épocas prehispánicas. El diseño es un pensamiento que ordena la materia y da cierto orden a las cosas materiales. Obviamente, a través de su implementación llega a transformar la realidad, pero esencialmente el pensamiento”.

“Hay muy buen diseño en México pero no creo que seamos un país de diseño o que destaquemos por nuestro diseño como país. Y aquí no hablo precisamente de los diseñadores. Más bien hablo del país, porque para que podamos destacar como un país de diseño, entonces la obra pública tendría que estar perfectamente diseñada y las calles también, y los sistemas de transporte público. Incluso, y yéndonos más allá de lo material, el orden burocrático también tendría que estar perfectamente diseñado. Es decir, nuestra sociedad desafortunadamente no es una sociedad que tenga insertado el concepto de diseño en nuestro actuar de todos los días. Eso no quiere decir que no haya diseños de excelente calidad en México. Simplemente, el diseño no está insertado en nuestra cultura”.

En ese sentido, ¿hay algún país o ciudad del mundo que admires por su diseño o planeación?
“Copenhague, sin duda. No nada más por la calidad del diseño que se hace ahí, también tienes la ciudad como tal. Es un sitio en el cual lo público y lo privado permean, permanentemente, de una manera increíble”.

Sus proyectos han participado en importantes exposiciones en México y el extranjero, además de que también ha recibido premios nacionales e internacionales, desde N.Y. hasta las Olimpiadas de Diseño en el 2010 en Corea del Sur.

Cuidar la semilla
Pero los ojos de Ariel también miran hacia México. Él afirma que nuestro país es un semillero de creatividad, aunque reconoce que nuestro problema es que estamos tirando las semillas al cemento. También reconoce que estamos haciendo la labor más importante: poner la semilla en la tierra adecuada, además de regarla, cuidarla, esperar y aprovechar esos frutos. “De repente, el diseño se convirtió en algo instagrameable: ‘Vean lo que estoy diseñando’, ‘Vean: produzco, produzco, produzco’. Allí está mi semilla ¿y luego? No hay un entendimiento del diseño en la sociedad, no se cierra el círculo después de diseñar. Tal vez porque es algo nuevo, porque está de moda o porque no está entendido. Pero lo más importante del diseño es que es un ADN, es esta semilla, pero para que funcione y sea útil esa semilla, hay que cuidarla. Tú, como diseñador, tienes que procurar que tu diseño tenga una mayor relevancia… más allá de la producción, tomarle la foto y subirla a las redes…”.

Entre ayudar y colaborar
Más allá de este mundo de individuos que viven las redes sociales, más que su propia existencia; Ariel sabe la importancia de trabajar conjuntamente con otros diseñadores y profesionales del ramo. Le preguntamos qué se requiere para que una colaboración funcione. “Creo que la primera condición es que quienes vayan a colaborar se desprendan de sus egos. Es necesario comprender que lo que estamos haciendo no es una acción de una sola persona. Incluso en el diseño más insignificante que yo haga, habrá un ceramista que finalmente lo concreta y sin él, pues quién sabe si yo lo podría haber hecho. En Boca del Río trabajamos en un proyecto de 4 kilómetros de longitud, en un malecón. Imagínate todas las personas que se involucraron en algo así de grande. Algo con tales dimensiones, no puede ser obra de una sola persona. Para colaborar debes entender que eres parte de un equipo y un gran todo.

“La segunda condición es saber diferenciar las palabras: la gente piensa equivocadamente o muchas veces confunde entre ayuda y colaboración. Ayuda en el diccionario significa una colaboración desinteresada, pero ese desinterés es el que hace que las personas se desentiendan, y luego abandonen el proyecto. Mientras que, en la colaboración hay un objetivo claro entre una o dos o más personas y todas tienen que llegar a ese objetivo. Nadie lo puede arruinar. Por eso pienso que México es un país que necesita menos ayuda, y más colaboración”.