Aislamiento térmico: La importancia de los materiales
La piel es la barrera o capa protectora que ayuda al cuerpo humano, entre otras muchas cosas, a regular la pérdida de energía. Si lo trasladamos al entorno arquitectónico, nuestra piel es comparable al envolvimiento que se hace a un edificio para regular el intercambio de energía con el exterior de la edificación, a través de ciertos mecanismos que actúan de manera conjunta y que conocemos como aislamiento.
En construcción consideramos dos tipos principales de aislamiento: el acústico y el térmico. En esta ocasión nos enfocaremos en éste último, dada su importancia para la habitabilidad de un inmueble en tanto permite crear entornos confortables donde la regulación térmica es la clave. Además del uso de ventanas bioclimáticas, que ya revisamos en nuestra edición anterior, un buen aislamiento térmico completará el entorno de temperatura ideal para vivir y trabajar cómodamente.
Si bien la experiencia ha llevado al uso de materiales específicos como el corcho, la fibra de vidrio, el poliestireno expandido y otros, que se colocan en la cara exterior, en la interior o dentro del propio muro de cerramiento con el fin de incrementar la capacidad aislante total del mismo, a través de distintas técnicas constructivas, a continuación haremos una breve revisión de lo que propone la arquitectura bioclimática, basándose en materiales que contemplan el punto de vista de la sustentabilidad y el respeto al medio ambiente.
ENERGIA CONTROLADA
Los aislantes térmicos son materiales utilizados en la construcción por su resistencia térmica, ya que ahorran energía, a la vez que eliminan el calor que emiten los techos, tanques, paredes y suelos en diferentes tipos de edificaciones e impiden que salga o que entre el calor de la construcción. Al elegir dichos materiales se deben tener en cuenta las contracciones y posibles dilataciones del aislante, la resistencia de éste al fuego, su respuesta a la acción de disolventes y agentes atmosféricos y que cumplan con ciertas pautas y normas técnicas: absorción del agua, componentes químicos, resistencia al fuego, densidad, máxima temperatura tolerable y dimensiones óptimas.
Unidades de medida:
Densidad Aparente: La densidad aparente de un material es la relación entre el volumen y el peso seco, incluyendo huecos y poros que contenga, aparentes o no. Si los valores son altos, quiere decir que el material es compacto o poco poroso en su composición, que la infiltración del agua es lenta, lo cual puede provocar anegamientos o filtraciones.
W/K-m: Vatio o watt (medida de potencia) sobre kelvin (unidad de temperatura) por metro (unidad de longitud): La conductividad térmica (a menudo denominada k, λ o k) es la medida que define la propiedad de un material para conducir el calor. La transferencia de calor se produce a una velocidad menor en materiales de baja conductividad térmica que en materiales de alta conductividad térmica. En consecuencia, los materiales de alta conductividad térmica se usan ampliamente en aplicaciones de disipación térmica y los materiales de baja conductividad térmica se utilizan como aislamiento térmico.
COMFORT VS EFICIENCIA TÉRMICA
Un aislamiento insuficiente genera varios inconvenientes que aportan a la incomodidad de habitar en un recinto de muy bajas o muy altas temperaturas en invierno y verano, según corresponda. Para lograr mantener la temperatura interior constante, es recomendable disponer de una envolvente con gran masa térmica situada dentro del aislamiento para conseguir almacenar la energía. De este modo, el calor se acumula durante los días más calurosos y es cedido al ambiente cuando se enfrían los cerramientos, durante las noches o incluso los días con menos radiación solar, en los que la variación de temperatura es más baja, apenas 2 °C después de varios días sin radiación solar directa.
