Agustin Landa, tradición compartida

Publicado en: Proyectos | 17 septiembre, 2018

Paciencia y constancia

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Cuando su padre se encontró hace años, a Alex Lora, lo felicitó por la vigencia de su música. El rockero le dijo: “Pues hay que darle y darle y un día te toca”. Con una filosofía parecida, Agustín Landa Ruiloba aborda desde hace años sus proyectos arquitectónicos. “Creo que hay que trabajar y trabajar, ser constante. Con paciencia y otras actividades, ya llegará el momento”. Tras egresar del Tec de Monterrey, Agustín trabajó algunos años con su padre y luego con arquitectos también muy importantes. En 2008 fundó su despacho TAL Taller y tras el fallecimiento de su padre, en 2015, se hizo cargo de Landa Arquitectos.

Él es parte de una tradición familiar que iniciaron su abuelo y padre, arquitectos también, además de compartir el nombre. Cientos de edificios en la CDMX y Monterrey son obra de alguno de los Landa. Construcciones emblemáticas como El Plan Maestro de Cancún, la Unidad Habitacional Lomas de Sotelo, la Torre Avalanz o la Reforma Latino Tower llevan la marca de la casa. Un legado importante que implica una gran responsabilidad.

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“Mi abuelo estudió en la UNAM, hizo muchísima obra pública. La filosofía de su oficina era hacer más con menos. Una arquitectura austera, ordenada, acorde con la estructura y la época. Hizo mucha infraestructura nacional con poco recurso. La chamba era demasiada. Mi padre estudió en la Ibero (le tocó el 68), maneja la misma línea, pensando en la estructura, en lo racional, en lo ordenado, en no querer ser protagonista. Una arquitectura muy ordenada, muy clara en sus ideas, muy honesta. Yo vengo de ese antecedente”.

Crecimiento conjunto
Tras egresar del Tec de Monterrey, Agustín trabajó algunos años con su padre y luego con arquitectos también muy importantes. En 2008 fundó su despacho TAL Taller y tras el fallecimiento de su padre, en 2015, se hizo cargo de Landa Arquitectos. El nombre de su oficina ahora es Landa + Martínez, pues es una sociedad con los hermanos Rolando y Manuel Martínez, y con Rubén Martínez (quien no tiene vínculo familiar con los otros dos). “Son gente con muchísima experiencia, llevan mucho tiempo con nosotros. Es un poco para su crecimiento. Ellos empiezan a ser parte de esta firma y cada quien es responsable de cierta cantidad de proyectos. Ya no depende nada más de mí. Depende de todos”.

Identidad material
Además de los Martínez, Agustín tiene otra socia. “Mónica Suberville es mi socia en casas. Digamos que tengo dos oficinas: una de casas que se llama Landa + Suberville y una de edificios de mayor escala que es Landa + Martínez. Estamos en la misma ubicación, pero son espacios diferentes. Uno atiende el negocio y otro atiende una inversión patrimonial. A mí, me toca Monterrey, una ciudad muy industrial, cerca de la frontera, diferente al resto del país. Hacemos una arquitectura racional, muy estructural, de mucha industria. Una arquitectura mexicana pero más que nada, industrial, que usa materiales que ponderan ese sector: concreto, acero, vidrio, ladrillo, etc.”.

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Sus oficinas hacen todo lo que tenga que ver con la arquitectura, desarrollo ejecutivo y supervisión arquitectónica al cien por ciento. Tienen obras en prácticamente toda la República e incluso en EU aunque desde hace tiempo su trabajo se ha concentrado en la ciudad de Monterrey. “Pabellón M es un proyecto que inició Salomón Marcuschamer quien contrato a mi padre. A partir de dicha obra, hemos hecho seis edificios más ahí y, a partir de ese, hay como 30 ó 40 edificios que bienen a desarrollarse en la misma zona, algo que no sucedía desde los ochenta. Es un parte-aguas en la ciudad, un poco como en la CDMX que de repente todo se encontraba en Santa Fe y se dieron cuenta que ahí estaba Paseo de la Reforma, que es una maravilla. Está pasando lo mismo acá, vamos de regreso al centro y Pabellón M es un edificio que combina muy bien ahí, tiene un auditorio que llama mucho la atención y puro material local: concreto, acero, vidrio y ladrillo, materiales que refuerzan la identidad de la ciudad”.

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Los matices del futuro
Aunque está convencido de la importancia de regresar a las raíces, también tiene un ojo en el futuro. Con la participación de varios de sus alumnos inició un proyecto para imaginar el Monterrey del 2080, una investigación conjunta para conocer las problemáticas futuras y sus posibles soluciones. “Las casas tienen que ser más flexibles. Los departamentos poco a poco van a empezar a ser más interesantes en sus interiores, dobles alturas y medias terrazas. La gente no puede vivir en la misma caja. Eso pasa en China y es lo que se espera. Lo que hay que hacer son espacios públicos donde la gente pueda salir a pasear al perro o ver a la novia. Van a ser tiempos en los que la transportación va a ser más rápida, en cápsulas o drones, entonces vas a poder ir más rápido al parque u otro lugar”.

A pesar de que algunas de esas predicciones parecen un poco lejanas aún, el cambio ya comenzó. “Antes, quien hacía un desarrollo era un señor con dinero, un terreno y juntaba amigos para hacer un edificio y ahí se la iban llevando. Ahora, es un negocio financiero: una empresa con un fondo de inversión millonario que tiene que responder a un estudio de mercado, el arquitecto tiene que ser capaz de resolver cualquier problema en la obra, el ingeniero también tiene que tener ciertas capacitaciones especiales, en el currículum de la gente que trabaja en la empresa y el desarrollador tienen que estar catalogados”.

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Buenos ejemplos
Algunos de esos cambios, vale la pena decirlo, no son tan agradables. “Se ha perdido mucho la esencia de lo local. Ahora puede venir un americano a hacer un edificio en Monterrey y el edificio puede ser una copia de un edificio en Houston. Ya no hay gestión ni nada. La arquitectura va cambiando a una gran velocidad, los despachos son cada vez más empresas que despachos”. Por eso mismo, él mismo ha tomado medidas: “El personal que tengo en la oficina ya no depende de un arquitecto sino de un grupo de arquitectos funcionales, capacitados para resolver problemas arquitectónicos en edificios complejos, de muchísimos usos”.

En un país como el nuestro, con tantos desafíos, la opinión de alguien con una visión tan clara del porvenir es muy valiosa. “Creo que la arquitectura nacional tiene nivel de primer mundo. Lo que no tenemos es una economía de primer mundo que nos permita hacer proyectos como en otros países. Hay que empezar a formar despachos con una infraestructura más profesional, más amplia, que pueda competir y empezar a hacer cosas en

Europa y Estados Unidos. Ellos están organizadísimos, los despachos son gigantescos, tienen socios y asociados, así tenemos que estructurar nosotros. Casi ni puedes competir con ellos. Hay que tirarle a eso. Cada vez te buscan más por la experiencia. Antes te contrataba el amigo, ahora te contrata una empresa, te buscan por lo que has hecho, por cómo has respondido y la rentabilidad de tus proyectos”.

“Vamos a llegar a espacios más pequeños pero más funcionales, donde ya no existan la sala de lectura o la sala de no sé qué, sino un lugar donde puedas tener una sala y en el mismo lugar una fiesta, quizá hasta duermas en el mismo lugar”.

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El sentido de la continuidad
No podemos finalizar la charla con Agustín sin pedirle que nos revele sus planes para continuar o superar la tradición familiar. “Haber tenido un padre y un abuelo arquitectos con el mismo nombre es una cosa padrísima. Habrá que trabajar mucho pero no me muero por superarlos. Cada uno fue bueno en su tiempo y, me llevaba tan bien con los dos, que más bien lo veo como una continuidad. Nosotros seguimos con una propuesta de arquitectura ordenada, seria, donde se vea la estructura y se noten los materiales locales que den identidad. Hay que estar al tanto de la tecnología en cuanto a productos constructivos, a programas, a diseño, pero no en todos los edificios hay que gritar”.

Por último, nos confiesa el objetivo de su búsqueda y nos revela el sentido de la continuidad: “Busco una ciudad ordenada, con espacios públicos donde la gente pueda asombrarse o disfrutar y pasar el día. Es una especie de responsabilidad por la que trabajamos mucho y siempre cumplimos. En nuestra oficina no hay proyecto malo, todos los proyectos que tenemos son exitosos y eso es lo que tiene que continuar”.

Te invitamos a disfrutar la entrevista completa en nuestra edición de septiembre.

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