Acuérdate de Acapulco: Identidad arquitectónica

Publicado en: Noticias | 7 diciembre, 2023

Acapulco, con su brisa salada y su mágica orilla, ha sido el testigo silencioso de momentos que se quedan en el corazón de quienes lo visitan.

Acapulco, destino por excelencia de los capitalinos y amantes de la costa, es mucho más que playas doradas y aguas cristalinas. Es un lugar donde la arquitectura y la cultura se entrelazan de manera tan apasionante como las olas del mar que lo acarician. Placenteramente, Acapulco es un crisol de experiencias culturales, arquitectónicas y naturales. Es un lugar donde cada rincón cuenta una historia, y cada estructura refleja la creatividad y la diversidad de su gente. 

Empecemos por La Capilla Ecuménica de la Paz, enclavada en lo más alto del cerro El Guitarrón, brinda una vista majestuosa de la bahía de Acapulco. El Parque Papagayo, reconocido como el pulmón verde de Acapulco, es una joya de arquitectura ecológica y recreativa. La Virgen de los Mares, una escultura de gran significado, reposa en las profundidades del mar cerca de la isla La Roqueta desde 1958. El Faro de Acapulco, con su ubicación en lo alto de una pequeña montaña en el centro de la isla, ofrece una vista panorámica impresionante de la bahía y la selva circundante. Sinfonía del Mar, un anfiteatro ubicado en los acantilados con vistas al océano cerca de La Quebrada, ofrece un escenario único donde las representaciones se acompañan del sonido hipnotizante del mar. 

Y qué decir de La Quebrada y sus valientes clavadistas, el símbolo más emblemático de Acapulco. 

El legado de Diego Rivera se encuentra en el mosaico de conchas de mar que adorna la Casa de los Vientos de Dolores Olmedo en Acapulco, un testimonio artístico que cuenta historias a través de sus piezas multicolores. El Zócalo, o Plaza Álvarez, es el corazón histórico de Acapulco, un lugar donde el tiempo parece detenerse. Este pequeño parque con su gran catedral católica, Nuestra Señora de la Soledad, es un recordatorio de la rica herencia religiosa y cultural de Acapulco. 

El Malecón y el Puerto Transatlántico Internacional Teniente José Azueta son tesoros en la parte tradicional de la ciudad. La Casa de las Máscaras, con sus más de 400 piezas de todas formas y tama – ños, nos sumerge en un mundo de color y creatividad. 

El Fuerte de San Diego, una de las atracciones históricas más valiosas de Acapulco, nos transporta a la época de los primeros pobladores y los temibles piratas que surcaban estos mares. La Casa de la Cultura, conocida también como el Centro Cultural de la ciudad, fusiona talento y patrimonio en un espacio que celebra la diversidad de expresiones culturales. 

Al recorrer sus tesoros arquitectónicos y culturales, no solo exploramos su pasado, sino que creamos recuerdos imborrables que perduran en nuestro corazón. 

“Acuérdate de Acapulco,” como canta la icónica canción de Agustín Lara, es más que una invitación; es un llamado a revivir los mejores momentos de este rincón mágico de México. 

Este reportaje se forja con urgencia, y mucho compromiso, apenas unos días después del feroz embate del huracán Otis, que dejó su huella de devastación en nuestro amado puerto de Acapulco y sus alrededores. 

Los desafíos de la propia historia 

El huracán Otis, en octubre 25 de 2023, se erigió como una de las pruebas más desafiantes y catastróficas a las que se ha enfrentado la población de Acapulco. Con su categoría 5, Otis dejó una estela de destrucción y tristeza en su paso. Las calles, playas y viviendas que una vez florecieron con vida y energía se encontraban ahora en ruinas. Es un evento que pone a prueba la resiliencia del pueblo acapulqueño, un desafío que autoridades, empresarios y el pueblo en su conjunto se verán compelidos a asumir. 

Acapulco, con su nombre derivado de las raíces indígenas que hablan de caña y lugar, ha sido testigo de una historia arquitectónica rica y diversa. 

Desde la época de las civilizaciones olmecas y aztecas, hasta las influencias mayas y migraciones náhuatl y coixcas, este puerto ha sido un crisol de culturas. En el siglo XVI, los exploradores españoles reconocieron la importancia de su bahía como punto estratégico para expediciones marítimas, especialmente hacia Filipinas. La conexión con Asia lo convirtió en un epicentro de comercio entre el Nuevo y el Viejo Mundo. 

Durante siglos, el Galeón de Manila arribó a sus aguas con tesoros del Lejano Oriente que maravillaron a los novohispanos. Con el tiempo, el puerto maduró y se convirtió en un destino de turismo. La construcción de hoteles de lujo y la mejora de la infraestructura lo transformaron en un epicentro turístico en el siglo XX. 

Identidad arquitectónica 

La arquitectura de Acapulco, en sus diversas etapas y estilos, es un testimonio de la evolución de la sociedad que la ha concebido y construido. Al mirar un edificio, no solo vemos ladrillos y concreto desafiando la gravedad, sino una ventana hacia el pasado que nos revela cómo vivían y qué valoraban los habitantes de este bello puerto en épocas pasadas. La arquitectura de Acapulco es un relato fascinante. Desde los primeros hoteles construidos sobre los peñascos que evocaban la Riviera francesa hasta la influencia y aportación de arquitectos de renombre internacional, como Carlos Lazo, Mario Pani, Héctor Mestre, Manuel Parra, Ricardo Rojas, Juan Sordo Madaleno, Jorge Madrigal Solchaga, Vicente Mendiola, Enrique del Moral, Imanol Ordorika, Francisco Serrano, Pedro Pellandini, Miguel Ángel Aragones, entre muchos otros cuya aportación es trascendente. 

El puerto buscó crear una modernidad tropical, integrando materiales tradicionales, como piedra y palma, con concreto, cerámica, aluminio y vidrio. 

A través de este proceso, se construyeron numerosas residencias y hoteles que abrazaron la modernidad, dotando a Acapulco de su identidad arquitectónica única. Además, figuras como Elvis Presley, Elizabeth Taylor, Mick Jagger, y otros, hicieron de Acapulco su refugio. El puerto se convirtió en el escenario de la jet-set internacional. La arquitectura habitacional de Acapulco siguió evolucionando, acogiendo a turistas que ansiaban vivir la experiencia de una modernidad tropical, siempre bajo la benigna sombra del sol. 

Tributo entrañable 

En el desafío post-huracán Otis, el pueblo de Acapulco debe apoyarse en su historia y en su identidad arquitectónica. Las ruinas se convierten en oportunidades de reconstruir y rejuvenecer. La resiliencia del pueblo acapulqueño se manifiesta una vez más. 

En un sincero tributo a la entrañable comunidad de Acapulco, es nuestro deseo evocar una selección de los íconos arquitectónicos que embellecen este puerto. 

A continuación, presentamos solo algunas de las joyas que componen su vasto y excepcional patrimonio arquitectónico. Cabe destacar que resultaría un desafío insuperable enlistar cada edificio merecedor de un lugar en esta colección. Les agradecemos por su comprensión y los invitamos a explorar estas estructuras en persona, descubriendo su majestuosidad.

Los primeros hoteles

Los inicios del turismo en Acapulco marcan un hito fundamental en el desarrollo de la ciudad y su arquitectura. La apertura de la carretera a México y la belleza natural del puerto estimularon la visita de viajeros, generando así la necesidad de establecimientos que proporcionarán alojamiento. 

Con esto, comenzó un incipiente turismo que daría origen a la construcción de una serie de hoteles que hoy en día son emblemáticos en la historia arquitectónica de Acapulco. 

Uno de los primeros hoteles en recibir a visitantes fue el “Hotel Monterrey,” inaugurado en 1930, hoy conocido como “La Misión.” Sin embargo, no fue sino hasta los años treinta que algunos hoteles se establecieron en ubicaciones retiradas del centro de la ciudad, priorizando la belleza natural del lugar. 

En 1932, el “Hotel Flamingos” se alzó en un risco cerca de la playa Caleta, conservando su espléndida vista y la brisa del mar. 

La construcción de este hotel marcó un avance significativo en la arquitectura de la época. 

Actores legendarios como Johnny Weissmüller, conocido por interpretar a “Tarzán,” y estrellas como John Wayne, Fred McMurray y Red Skelton buscaron refugio en este lugar alejado de la prensa y los paparazzi. Su estilo arquitectónico rústico se ha mantenido prácticamente inalterado desde la época dorada de Acapulco en los años 50. Las casitas y bungalows del hotel capturan la esencia de esa época y nos transportan a un viaje en el tiempo. 

En lo alto de la Quebrada, el “Hotel El Mirador” abrió sus puertas en 1932, ofreciendo a los visitantes una vista espectacular de la Bahía de Acapulco y la selva circundante. 

El “Hotel Tropical,” una obra del arquitecto Vicente Mendiola Quezada de 1937; al igual que el “Hotel La Marina,” diseñado por el arquitecto Carlos Lazo Barreiro en 1936, ambos, lamentablemente ya desaparecidos, dejaron una huella y su legado sigue siendo relevante en la historia arquitectónica de Acapulco. 

El “Hotel Tropical”, obra del arquitecto Vicente Mendiola Quezada.

El hotel Villa Vera fundado en 1942 por el músico suizo Teddy Stauffer, fue una estancia y una especie de escondite de los famosos que estuvieron aquí como Frank Sinatra, Liz Taylor, Brigitte Bardot y Rita Hayworth entre otros.

 

El Hotel Villa Vera, fundado en 1942 por el músico suizo Teddy Stauffer.

Hotel boca chica 

Construido junto al prestigioso Club de Yates y el famoso Hotel Flamingos, el Hotel Boca Chica es una joya arquitectónica que resurge de su pasado con una elegancia y autenticidad que lo convierten en un tesoro tanto arquitectónico como antropológico. Su historia se entrelaza con los momentos dorados de Acapulco, cuando la ciudad era sinónimo de glamour y lujo. 

A pesar de años de abandono, gran parte de las características originales del Hotel Boca Chica se han mantenido intactas, lo que lo convierte en una verdadera joya arquitectónica. 

La decoración del hotel es un reflejo de la temporalidad de su estructura original, y esta fusión de épocas evoca una nostalgia que ha influido en los mundos de la moda, el diseño y el cine. Los tonos tierra, los blancos fríos y los verdes suaves utilizados en la reestructuración del edificio son un homenaje a las claras aguas azules del Pacífico Mexicano que rodean este lugar excepcional.

Capilla ecuménica de la paz 

La Capilla de la Paz, construida en 1971, es una obra maestra de Fray Gabriel Chávez de la Mora, un arquitecto y monje benedictino que dejó su huella en numerosos templos, incluyendo la Basílica de Guadalupe. Situada en el fraccionamiento Las Brisas, conocido por sus residencias de celebridades desde la década de 1960, la Capilla de la Paz se erige como un lugar de espiritualidad y reflexión. Su construcción fue financiada por la familia Trouyet, quienes también desempeñaron un papel importante en el desarrollo de Las Brisas. 

La estructura se caracteriza por el uso de materiales tradicionales de Acapulco, como la piedra acapulqueña y el concreto. 

El acceso a la capilla es una experiencia escalonada y serena, con terrazas ajardinadas que revelan un atrio y una entrada principal con vistas panorámicas de la bahía de Acapulco. A diferencia de otros templos, la Capilla de la Paz no presenta íconos religiosos en su interior, pero la cruz, de líneas sencillas y modestas, es su elemento simbólico más destacado. 

Club de yates

El Club de Yates de Acapulco tiene sus raíces en la década de los cuarenta. La construcción del muelle central del Club Náutico comenzó en 1955, y la primera piedra fue colocada por Dolores del Río, la pareja y posterior esposa del millonario Lewis Riley, principal impulsor de la obra. El proyecto fue liderado por los arquitectos Mario Pani y Salvador Ortega, quienes diseñaron un complejo que incluía oficinas administrativas, zonas de recreo y otras instalaciones para encuentros sociales, integradas armoniosamente en un solo edificio. 

La armonía con el paisaje tropical se logró utilizando materiales locales, como cubiertas de paja, celosías de bambú, madera y mampostería.

Fairmont pierre marqués 

La historia del hotel se remonta a mediados de la década de los cincuenta, cuando Acapulco ya contaba con un aeropuerto internacional y la carretera escénica que lo conectaba. Fue entonces cuando el millonario Paul Getty, cuyo abuelo fue fundador de Gettysburgo, Pennsylvania, tuvo la visión de crear un retiro exclusivo lejos del bullicio de la ciudad. Para llevar a cabo este proyecto, se unió a la compañía arquitectónica de Chicago liderada por Samuel Marx, reconocido por su trabajo en el icónico Hotel Pierre de Nueva York. 

Vale la pena destacar que, el afamado arquitecto Luis Barragán, fue nada menos quien se encargó de diseñar los exuberantes jardines del hotel. 

Este hotel fue testigo de la época dorada del cine mexicano y del glamour de Hollywood en los años cincuenta, sesenta y setenta. Celebridades como Elizabeth Taylor, Dwight D. Eisenhower, Howard Hughes, Elvis Presley y Silvester Stallone disfrutaron de su encanto y exclusividad. 

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