Acabados de pisos de mármol y afectaciones

Publicado en: Noticias | 24 noviembre, 2020

Una de las necesidades esenciales en el mantenimiento de este material, consiste en que debe abrillantarse para conservar su textura y brillo originales.

No obstante, se pueden obtener varios acabados:

• Pulido liso y brillante: Se trata de un máximo pulido, que da como resultado una superficie ultrabrillante, casi como la de un espejo, por lo cual, se considera como una muestra del color y el diseño de los mármoles en todo su potencial.

Además, con este pulido, la piedra adquiere una superficie menos porosa, creando un aspecto brillante y majestuoso. Es una excelente opción para emplearse en interiores, frente a los exteriores, donde se desaconseja su uso, debido a que su naturaleza se torna ligeramente resbaladiza.

• Bruñido: Brinda un acabado lustroso muy similar al pulido, pero la diferencia radica en que la superficie que se logra es de acabado mate, aterciopelada y lisa, sin brillo alguno. Principalmente, se usa para reparar el daño hecho a la piedra, por lo tanto, un acabado pulido hace que el mármol sea menos propenso a estropearse o dañarse.

• Acabados texturizados: Requieren la aplicación de diferentes técnicas, para darle al mármol una superficie distintivamente elegante. Flameado, abujardado, curtido, rigato, natural-fisurado, pulido con chorro de arena y cara dividida, son algunos de los acabados texturizados más populares.

Afectaciones naturales y externas

Pese a que la piedra de mármol es muy resistente por su grosor, densidad y firmeza, al mismo tiempo, puede resultar un tanto delicada ante ciertos factores en el uso y mantenimiento de este bello recubrimiento. Por esta razón, debemos conocer mejor la naturaleza de esta piedra y tratarla con sumo cuidado, ya que una manipulación errónea puede hacer que el mármol sea más propenso a romperse o dañarse irreversiblemente.

Ahora bien, una descomposición de la piedra puede ser impulsada por factores intrínsecos, como la composición mineralógica y química, la textura y su estructura porosa, o mediante factores extrínsecos, como los contaminantes, la humedad, el viento, la temperatura y los crecimientos biológicos.

Sin embargo, el agente de mayor riesgo está representado por el agua. Debido, principalmente, a que puede transportar contaminantes a través de la estructura de la piedra, provocando erosión superficial, desintegración y agrietamiento; en especial, gracias a los ciclos de mojado-secado y de congelación-descongelación, que impactan en el interior de los poros. Además, las sales solubles en el agua pueden entrar en la piedra, para disolverse y cristalizarse, induciendo presiones, y, por consiguiente, pueden dañar el material. Por si fuera poco, el agua puede inducir la hidrólisis de silicatos, así como la disolución de carbonatos y la alteración del color.

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